Entre los restos del poblado emergen misteriosas y bellas en su austeridad, dos cabañas de forma alargada. La más íntegra tiene unos 14 metros de largo y 2 de ancho, con el ingreso dirigido hacia el nuraga y un recorrido rectangular de unos dos metros cubierto con lajas horizontales. A la derecha y a nivel del piso se ubica una pequeña ventana que permite iluminar y airear el lugar.
La segunda cabaña no tiene cobertura lítica ni ventana lateral. Ambas tienen una datación y destinación de uso incierta.